Que ganas de follarse al profesor
Debía hacer un maravilloso día primaveral porque prácticamente nadie se presentó a clase de español. Quizás fuera que las clases del señor Nomar no interesaban para nada a los alumnos, pero sea como fuera, Ramón se encontró solo en clase con una alumna, la señorita Cage, que pronto dio muestras de estar poco interesada en el lenguaje de Cervantes. A Vanessa le parecía aburrido ponerse a estudiar español, al menos de la manera más clásica, tenía ganas de aprender pero de una manera diferente, más divertida, más interesante. Las sugerencias de la rubita, que por divertido e interesante entendía básicamente lo que su profesor guardaba entre las piernas, pronto cautivaron a Ramón, que acabó dándole una buena lección de poderío ibérico follándosela hasta reventar.