Hago que mi amiga se corra en las bragas
Le gustaban las mujeres, pero estaba más excitada que de costumbre, incluso había mojado sus braguitas. Tras el masaje, Samantha, plenamente satisfecha, prometió que repetiría. Andy se quedó pensando en ese día, deseando que volviera. No tenía a nadie después, así que se estiró sobre la camilla y empezó a tocarse. Sin embargo, alguien la interrumpió, era Samantha que había olvidado el móvil. La embrazosa situación, pronto se resolvió con ambas besándose y acariciándose apasionadas hasta acabar juntando sus chochitos en una orgásmica tijereta.