Recordando el polvazo con la asiática
Este tío recuerda con morbo el encuentro que tuvo con una cachonda asiática, que se dejaba lamer los pies, lubricándolos para poder usarlos para hacerle una deliciosa paja. A la zorra le encanta comerle la polla al calvo, que no duda en lamerle la raja, colocando luego a la guarra encima suya, sentándose sobre el rabo para clavárselo lo más profundo posible, aguantando las duras embestidas para recibir en los pies la abundante corrida.