Las más pecadoras de todas
No hay plegaria que pueda salvar las almas de las dos monjas pervertidas, que se dejan llevar por el pecado carnal devorándose con gusto la una a la otra, empezando con tiernos besos pero animándose hasta llegar a comerse los coños. Completamente desnudas, las zorras se han vuelto locas y se machacan mutuamente frotándose sin parar, hundiéndose los dedos mientras se estremecen de placer.