Anna Watson, la supercheerleader
Estudiante en la Universidad de Georgia, Anna Watson encontró una nueva afición que le liberaba un poco del stress diario de sus estudios: la halterofilia. Con su práctica, Anna empezó a desarrollar una musculatura imponente y no tardaron en ofrecerle un contrato de dólares por convertirse en modelo de fitness, con una condición: debía tomar esteroides. Cuando Anna vio los efectos que suelen tener estas sustancias, se asustó y cambió de opinión: decidió rechazar la oferta y reducir drásticamente el vertiginoso ritmo de calorías y ejercicio que se había impuesto. Pero el que tuvo retuvo, y ahora Anna es una cheerleader con unos brazos que podrían hacerte cruzar el Atlántico de una hostia.