Paja cubana
Lo importante es conseguir que el nardo se levante a punto de mediodĂa, dispuesto a ensartarse en el conejito hambriento de zanahoria. Aunque eso no es siempre posible: el placer procurado por esas tetorras calientapollas es tan agradable, que no son pocas las ocasiones en que la cafetera se desboca y el lĂquido blanco y brillante se esparce sobre esas montañitas de carne hacendosa. Entonces ellas se relameran los pechos, haciendo pucheritos, para no desperdiciar ni una gota de su tesoro lácteo. Y es que eso de follar con las tetas es la leche.