Cinturita de avispa
Si bien es cierto que el hombre a menudo hace las más incomprensibles gilipolleces con tal de atraer la atención de la mujer, no está solo en este tipo de sometimientos a la estupidez. En la era victoriana, por ejemplo, el corsé (o corset) era el elemento de embellecimiento femenino definitivo: realzaba el pecho (o lo aplasataba hasta rebosar, en realidad) y estrechaba la cintura hasta límites grotescos. Lo que igual no sabían es que los órganos internos sufrían deformaciones y daños irreparables (de ahí tanto desmayo) por culpa de la presión, algo que deberían explicarle a esta modelo rumana, Ioana Spangenberg, que con su de estatura luce una cintura de, ojito, centímetros.