Sexo a ritmo neumático
Entiendo que quienes hemos mamado de las tetas más inmensas conocidas gracias al celuloide, esas que llevan la firma de Russ Meyer, tengamos cierta obsesión por el poder hipnótico de un par de meloncillos maduros brincando al ritmo de un buen mete y saca. Una obsesión, dicho sea de paso, que también valdría para aquellos que han crecido junto a Lara Croft y las galerías de Ewa Sonnet, y que desgraciadamente se va perdiendo con el porno visceral que demanda el pajillero impulsivo…