La rubia nunca tiene suficiente
Los agujeros de la rubia piden a gritos ser perforados y el negro acude a la llamada, rellenándole primero la boca con su enorme rabo antes de despatarrarla para darle lo que quiere. Sin consideración, el cabrón alterna el coño y el ano, hundiendo el nardo hasta el fondo, aguantando hasta escupir la corrida en la cara de la zorra.